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COVID-19 La dictadura del siglo XXI

COVID Y LIBERTAD. NEGACIONISMO. CUANDO LA SALUD NO ES IMPORTANTE

Sí, ya lo sé, escribir en mayúsculas es como gritar. Lo he hecho adrede. Entiendo, casi puedo entender a aquellos que sinceramente creen que el virus no existe. Es como los terraplanistas, si su mente no da para más no podemos exigirle más. Cierto es que hay un riesgo con algunos gobernantes de que la emergencia creada por el COVID se convierta en una excusa para la dictadura, lo que nos llevaría a hablar de CODIV y libertad, pero para ser libre hay que estar vivo. Lo otro es ser un mártir por la libertad de los demás. El negacionismo es el Problema. Así, con mayúscula.

Lo que me molesta son todos aquellos que aun admitiendo intelectualmente que el virus existe, aun aceptando que obviamente hay un problema de salud. Niegan la situación porque las medidas no les gustan o no les gustan quienes las aplican.

Y aquí nadie se salva:

  • Si queremos hacer una tenida feminista masiva «el virus no existe», «solo van a ser un caso o dos», «no es más que una gripe un poco más fuerte», «sois unos alarmistas»…
  • Una vez el gobierno, después de su tenida, ha decidido que el virus sí existe, los hospitales están saturados y muere gente porque ya no cabe en las UCIS… y decidió que la única solución es encerrarnos a todos con prácticas del medievo son los de la oposición los que en lugar de pedir más test y medidas parecen haber decidido que el virus no existe.
  • Aquellos que todo les «da igual», que «pasan» que se comportaron como si el virus no existiera antes del 8M y siguieron comportándose igual después del 8M. Que alquilaron perros para salir a pasear, que llevan las mascarillas de bufanda, en el codo o en cualquier lugar menos tapándose la boca y nariz, que se quejan de que cuesta respirar con la mascarilla…

El virus existe. Ha llegado y por desgracia me da que está aquí para quedarse una larga temporada. Es más, en mi opinión, es un virus demasiado enfocado a destruir occidente y nuestro modo de vida (no solo porque afecte más a europeos, o a los que tienen genes europeos en sus antepasados, que a toras razas) sino porque los medios de propagación y contacto nos obligan a renunciar a nuestro modo de vida y nuestras libertades para salvar la vida.

De la chapuza permisiva a la chapuza restrictiva y vuelta a empezar

El gobierno, sus partidos políticos y sus adláteres han sido los primeros negacioncistas. Negando la existencia y virulencia del virus desde el primer momento, pese a lo (poco) que se veía de China y lo que se vio de Italia.

El gobierno desoyó durante dos meses las advertencias de los funcionarios de Seguridad Nacional y no tomó ninguna medida. Es más, siguió promocionando una masiva concentración de personal el día 8 pese a que todos los informes decían que sería contraproducente.

Pasada la tenida feminista promocionada por el gobierno las tornas se cambiaron. De repente aparecieron los enfermos que antes se habían estado ocultando (si el virus hubiera atenido la capacidad infectiva que se deduce del aumento «oficial» producido entre el mediodía del 8 de marzo y las 20 horas del 9 de marzo estaríamos todos muertos, así de simple. Como no lo estamos es que nos engañaron) para justificar en breve plazo la segunda declaración del estado de alarma y el confinamiento medieval de la población como única medida sanitaria.

Tras las primeras semanas en las que se vio que nuestro sistema sanitario ni es tan bueno como se presumía ni es tan resistente, en especial porque si quien debe dotarlo de medios no lo hace (en este caso y en virtud del estado de alarma el gobierno) o lo hace de medios falsos, comprados a empresas fantasma no dadas de alta o cerradas y a costes hasta cien veces mayores que los «normales» el sistema simplemente no funciona.

Covid y Libertad. La protección es necesaria

Covid y Libertad. La protección es necesaria

Casos como la compra masiva de mascarillas Kn-95 que resultaron no serlo o de los PCR para el SARS-1 y no para el SARS-2 pagaos ambos muy por encima de su valor, mientras que particulares como el doctor Candel (Spiriman) o Amancio Ortega (Inditex) sí conseguían mascarillas correctas a precios razonables (y en el segundo caso por millones) hace pensar que no es que no se supo, sino que no se quiso hacerlo bien.

Los escándalos y la mala gestión dieron como resultado un giro de los planteamientos de muchos: los negacionistas empezaron a aparecer entre aquellos que antes del 8M reclamaban medidas. Mientras quienes habían sido negacionistas antes del 8M ahora apoyaban las restricciones de libertad como única medida. Lástima que el armazón legal usado para esta medida desesperada que implicaba el reconocimiento de su propia ineptitud para contener la pandemia se aprovechase para acciones menos adecuadas y casi tan negacionistas como las de antes del 8M: Compra de PCR para el SARS-1 (los famosos test que daban negativo a contagiados), compra de mascarillas fake (supuestamente Kn-95 pero con filtraciones inferiores al 60%), compras directas a empresas ya dadas de baja…

Covid y Libertad. La protección es necesaria. Aunque discrepo en el caso de otros trabajadores de riesgo: Cajeras de supermercado, monitoras de comedor escolar, cuidadores de residencia: todos deberían ser provistos de FPP2 (o N95) por sus empresas, no de tela.

Covid y Libertad. La protección es necesaria. Aunque discrepo en el caso de otros trabajadores de riesgo: Cajeras de supermercado, monitoras de comedor escolar, cuidadores de residencia: todos deberían ser provistos de FPP2 (o N95) por sus empresas, no de tela.

Y, por otra parte, las limitaciones de libertades y la caída económica, ante la ineptitud del gobierno para responder a esta (a diferencia de otros como los EEUU), llevaron a que aquellos que antes del 8M avisaban de los riesgos del virus que salió de China y se extendió por Italia se convirtiesen en negacionistas.

Los más peligrosos los negacionistas insolidarios

Con ser peligrosos los negacionistas políticos y sus intereses ocultos… o no tan ocultos, son más peligrosos los insolidarios negacionistas inconscientes que tenemos al lado todos los días: gente que no se pone la mascarilla. Bien la lleva en el codo, en la garganta, de pendiente… o simplemente la deja que tape la boca, pero completamente suelta y con la nariz al aire para respirar (él) mejor. No es que le desee mal a nadie, pero muchos de esos merecen llegar a la UCI, para que aprendan lo que es que te cueste respirar de verdad.

COVID Como no llevar la mascarilla

COVID Como no llevar la mascarilla

También son insolidarios negacionistas inconscientes, en ambos sentidos de la palabra inconsciente, aquellos que nada más entrar en un bar o restaurante se quitan la mascarilla incluso antes de pedir.

Nadie deseamos que los bares y restaurantes fracasen. Sin embargo, es un hecho probado que hoy día es la actividad de mayor riesgo que podemos tener, pues no es factible comer (o beber) y protegerse simultáneamente.

Peores casos son los de esos jóvenes que reclaman su «libertad» para salir de fiesta sin mascarilla. Pero luego son incapaces de rebelarse ante los atropellos de un gobierno autoritario. Posiblemente porque sigan a los líderes que impulsan los recortes en la libertad o porque piensan que no están recortando sus libertades.

 

Fuente imágenes : https://www.cdc.gov/

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